¡Me encantan las fresas! Y pensar que prácticamente era alérgica.
Bueno, esto hay que matizarlo.
Con unos 11 años me comí más de un kilo de fresas con nata de una sentada. Me puse malísima, fue tal el empacho que aborrecí las fresas, estuve más de 10 años sin poder verlas, el olor era superior a mí. Las fresas estaban terminantemente prohibidas a mi alrededor.
En una ocasión, subía las escaleras de la casa de mi abuelo y olía a fresas ¡Alguien se había atrevido a traerlas! Le pregunté a mi madre si había comprado y mi madre, que nunca ha sabido mentir, me lo negó sonrojándose inmediatamente.
Bueno, esto hay que matizarlo.
Con unos 11 años me comí más de un kilo de fresas con nata de una sentada. Me puse malísima, fue tal el empacho que aborrecí las fresas, estuve más de 10 años sin poder verlas, el olor era superior a mí. Las fresas estaban terminantemente prohibidas a mi alrededor.
En una ocasión, subía las escaleras de la casa de mi abuelo y olía a fresas ¡Alguien se había atrevido a traerlas! Le pregunté a mi madre si había comprado y mi madre, que nunca ha sabido mentir, me lo negó sonrojándose inmediatamente.